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Sidi Bou Said, la ciudad azul
Sidi Bou Said es un oasis de color blanco y azul que se encuentra situado a tan sólo 20 kilómetros de la capital tunecina.
Su cielo y sus aguas quedan reflejadas en las puertas y ventanas de las coquetas casas que están pintadas de color celeste sobre un lienzo blanco de paredes encaladas. No es casualidad que esta peculiaridad tan Mediterránea, y que puede encontrarse en otras poblaciones marítimas, haya llegado a este país africano. El Baron Rodolphe d'Erlanger, un extraño personaje que pintaba y estudiaba la música árabe, dictaminó en 1920 que las casas debían pintarse todas de blanco y toda la tracería de madera en color azul.
Por aquella época, Sidi Bou Said era un protectorado francés donde los acaudalados parisinos venían a pasar sus vacaciones gracias a un clima benigno que duraba todo el año. Modistos y perfumistas de renombre instalaron tiendas en la población para seguir ofreciendo a su público elitista los lujos de la Ciudad de la Luz. Una luz y un encanto tan especial que hizo posible que en plena Segunda Guerra Mundial los aliados trazaran un círculo sobre Sidi Bou Said para protegerla de los bombardeos.
Realidad y ficción se mezclan en esta bonita población costera que ofrece al visitante impresionantes vistas de Cartago y el Golfo de Túnez, tranquilas callejuelas adoquinadas sabiamente trazadas sobre cuadrícula y un conjunto de ventanas y celosías azules que esconden un interior exótico y refinado de huellas árabes.
Frondosos matorrales de hibiscos y buganvillas asoman por encima de vallas y tapias, impregnan de pinceladas de color y de nubes de dulce aroma, el paseo de los caminantes. Para ellos hay esperando, en las terrazas de los cafés moriscos, un té con piñones que reconforta en cualquier viaje y época del año.
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